La ciudad desde la mirada de las niñas
Por: Nicole Pumarino (Arquitecta y Magister en Desarrollo Urbano PUC, cursando un MPlan en City Planning en UCL;
Karen Seaman (Arquitecta U.Chile, Magister en Diseño Urbano de la Universidad de Barcelona) de La Reconquista Peatonal
Resumen:
La movilidad en las grandes ciudades ha sido principalmente abordada desde la eficiencia en los tiempos y recorridos de los desplazamientos. En este sentido, los principales acercamientos a la infancia desde la movilidad han estado relacionados con la implementación de proyectos de camino seguro a la escuela desde una mirada adultocéntrica y enfocada en la seguridad vial. Escuchar la voz de la infancia para conocer la experiencia que tienen niñas y niños en la ciudad es un desafío que abordó La Reconquista Peatonal en un proyecto de registro cualitativo de experiencias, y cuyos resultados invitan a ver la caminata infantil como un sistema de múltiples componentes que requiere de calles y espacios urbanos que faciliten la relación de niñas y niños con lo público, ya sea a través del juego o mediante la observación del paisaje y el contacto con otros seres y cosas. Una nueva mirada que es un llamado de atención para volver a lo importante y repensar nuestras ciudades de una forma integral y considerando la voz de todos quienes la habitan.
Palabras clave: movilidad, infancia, espacio público, camino escolar, experiencia cotidiana
La movilidad en las grandes ciudades ha sido principalmente abordada desde la eficiencia en los tiempos y recorridos de los desplazamientos. Moverse, en cualquier medio de transporte, pareciera ser una acción homogénea, inherente a los contextos urbanos. En los últimos años, ha habido un giro en los enfoques de movilidad para plantear un nuevo paradigma en el que la dimensión social del viaje es central. Desde aquí, las diversas experiencias, los modos y las personas son fundamentales para comprender la ciudad y la manera en que la habitamos. Abordar la movilidad desde las experiencias requiere incluir a todo tipo de personas en la construcción de la ciudad y especialmente levantar voces de quienes han sido históricamente invisibilizados.
Dentro de esas voces relegadas, la infancia sigue siendo una de las grandes deudas. Los principales acercamientos a la infancia desde la movilidad han estado relacionados con la implementación de proyectos de camino seguro a la escuela.En estos, la caminata ha sido estudiada desde la seguridad vial y social: se han diseñado estrategias para disminuir los accidentes de tránsito; se han organizado grupos de adultos que acompañen a niñas y niños en el recorrido a la escuela; se ha promovido la caminata como un modo de desplazamiento sustentable y saludable; e incluso se ha fomentado que los entornos inmediatos a establecimientos educacionales sean caminables para mejorar la eficiencia de los flujos vehiculares cercanos. Muchas de estas propuestas han sido exitosas en el cumplimiento de sus objetivos, sin embargo, todavía se plantean desde lógicas de eficiencia, sin indagar demasiado en la experiencia de lo cotidiano que tienen niñas y niños, ya sea de manera independiente o con quienes les cuidan. Consecuencia de la mirada adultocéntrica que prima sobre las decisiones urbanas tenemos ciudades que responden a las preocupaciones de madres, padres y cuidadores pero que no revelan la mirada de infantes sobre sus barrios y ciudades.
Al invertir la mirada y preguntar acerca de cómo se perciben y describen los barrios y los recorridos cotidianos a pie desde la infancia aparecen nuevas pistas. La prioridad ya no se ubica en la seguridad de los elementos viales y se muestran nuevos factores esenciales para considerar un camino atractivo y confortable. Para indagar en estas materias, en un proyecto[1] realizado por La Reconquista Peatonal y la Municipalidad de Renca, se consultó a niñas entre 6 y 11 años por sus recorridos a la escuela y las caminatas en sus barrios. Las posibilidades que aparecieron en torno al camino escolar se multiplicaron respecto a los parámetros comúnmente manejados.
Los relatos de las niñas muestran que la caminata cotidiana en Renca tiene múltiples propósitos y destinos, caminan por el barrio, el pasaje, a la feria, a visitar a familiares o amigos, por lo tanto cuando pensamos en la infancia y la caminata, el camino está en todos lados. Desde su visión, caminar les permite otra relación con el entorno urbano, «me puedo acercar y tocar lo que veo»; faculta encuentros con otras personas y con animales; les parece relevante para su salud y una actividad que les permite pasar tiempo en familia «caminamos juntos a la feria, o a ver a mi abuelo». Además, la mayoría de las niñas camina acompañada, no solo de quienes las cuidan, también de amigas y familiares. Pensar entonces en un camino para ellas requiere también pensar en un camino espacial y socialmente pensado para grupos intergeneracionales.
La mirada sobre el espacio urbano de estas pequeñas protagonistas se focaliza en fragmentos detallados del paisaje que descubren mientras caminan. Sus relatos describen las flores de distintos colores que aparecen en el recorrido, los perros y gatos que están en la calle, la perfecta noción de dónde están los lugares de juego, el carrito de sopaipillas en donde se detienen a la salida del colegio, la panadería donde se abastecen, las casas que reconocen de memoria, los edificios altos que les llaman la atención y la constante presencia del Cerro Renca que las acompaña a donde quiera que vayan. Con estos fragmentos de ciudad ellas van creando un mundo del que las personas adultas a veces ni nos enteramos. Muchas veces el camino se transforma en un viaje hacia un castillo en el que ellas son las princesas, el cruce de una calle es un gran lago por el que ellas avanzan saltando entre “troncos blancos”. En otras ocasiones, así como aparece lo que les gusta y llama la atención, también tienen una mirada crítica sobre la basura en las calles y las personas que la botan, los lugares sucios y deteriorados, el abandono de personas y animales y los comportamientos inadecuados en un espacio que es de todos.
De esta manera, la mirada de la infancia, más que
revelar pistas para un camino enfocado en prevenir accidentes de tránsito, nos
entrega nociones de cómo podemos hacer caminos atractivos en los que niñas y
niños sientan confianza e interés y cómo la composición del paisaje urbano es
fundamental para ello. Si queremos fomentar la
caminata a la escuela para aprovechar los beneficios cognitivos, de salud,
ambientales y sociales que tiene esta actividad en la infancia, además de
proveer de un entorno que otorgue seguridad a sus padres, debemos considerar
como elemento central la visión de niñas y niños, compuesta de múltiples
componentes: la limpieza de las calles, las personas y animales que encuentran
en su camino, los espacios para jugar, la vegetación, los árboles y la
diversidad de cosas que ver en el entorno. Con esto dejaremos de pensar solo en
lugares que deben ser exclusivos para la infancia, como suelen ser las plazas
con juegos infantiles, y comenzaremos a plantear la creación de entornos
urbanos que consideren a niñas y niños en todas sus dimensiones, que faciliten
su relación con lo público ya sea a través del juego o mediante la observación
del paisaje y facilitando el contacto con otros seres y cosas. La mirada que
nos entrega la infancia respecto a las calles y espacios públicos es un llamado
de atención para volver a lo importante y repensar nuestras ciudades de una
forma integral y considerando la voz de todos quienes la habitan.
[1] Nota: Las observaciones de este texto se basan en los resultados del proyecto «Niñas a la escuela» formulado por la organización La Reconquista Peatonal en conjunto con la Municipalidad de Renca. www.lareconquistapeatonal.cl