Presupuestos participativos: una vinculación incidente de niños, niñas y adolescentes con sus ciudades

Por: María Fernanda Martínez; Cientista Política, Magister en Medio Ambiente y Asentamientos Humanos U. Católica de Chile. Consultora de Naciones Unidas.

Resumen:
Los presupuestos participativos que involucran a los niños, niñas y adolescentes son herramientas democráticas muy efectivas, al promover una ciudadanía más activa y consciente de los problemas que se perciben en su entorno urbano.

Palabras claves: participación infantil; presupuestos participativos; ciudades

Decidir en el gasto público es un claro ejemplo de participación incidente. Los presupuestos participativos vinculan  a la población de manera activa en procesos de toma de decisión, diseño y ejecución de políticas públicas urbanas.  Uno de los antecedentes de esta experiencia es el caso de Porto Alegre, Brasil, que desde la década de los noventa fomentó una mayor injerencia de la población sobre el gasto público de su ciudad. Posteriormente, otros lugares de Brasil y el mundo han implementado este modelo y han logrado vincular en las decisiones presupuestales tanto a la población adulta como también a los niños, niñas y adolescentes.

En Barra Mansa, ciudad del Estado de Río de Janeiro que ronda los 170.000 habitantes, este proceso se llevó a cabo por medio de un Consejo Presupuestario Participativo Infantil y Juvenil conformado por niños, niñas y adolescentes que avanzaron, de la mano de funcionarios locales, líderes sociales, padres y maestros, en la identificación de prioridades urbanas y en la asignación de rubros presupuestales para desarrollar proyectos en su ciudad. De este proceso surgieron iniciativas asociadas a la recuperación de escuelas, plantación de árboles, desarrollo de áreas recreativas, el mejoramiento de luminaria y de los espacios públicos para disminuir la inseguridad en la ciudad.

Estos procesos de participación ciudadana vinculan a los más jóvenes con el entorno donde viven, permitiéndoles formular proyectos que mejoren el entorno urbano. Además, consisten en un ejercicio de formación cívica en la práctica, al brindarle a niños, niñas y adolescentes elementos para identificar las necesidades y dificultades de su barrio o ciudad y trabajar en el diseño de estrategias para afrontarlos.

Im1. Boston Youth lead the change / Fuente: bostonmakers.org/youth-lead-the-change/

Uno de los casos recientes de este tipo de involucramiento es la iniciativa Youth Lead the Change en la ciudad de Boston que designa un millón de dólares del presupuesto de la ciudad para proyectos propuestos por adolescentes. Este proceso se inicia a través de jóvenes voluntarios, denominados agentes de cambio, que de la mano de los departamentos juveniles y municipales desarrollan propuestas de proyectos para mejorar los espacios urbanos y la calidad de vida de la ciudad.  Estas propuestas se someten a votación por parte de los miembros de la comunidad que se encuentran entre los 12 a 22 años.  De estas, se escogen las tres propuestas con mayor número de votos y por un periodo máximo de 5 años, los jóvenes trabajan conjuntamente en la implementación del proyecto con los departamentos de la ciudad y demás partes interesadas.

Entre los proyectos que se postularon en el periodo 2019 – 2020, los que obtuvieron más votación se encuentran los siguientes:

  • Plantar la ciudad: consiste en plantar más árboles y plantas alrededor de la ciudad de Boston, principalmente en las áreas más urbanizadas.
  • Renovación del refugio Woods Mullen: proporciona muebles, mejora las instalaciones y dota de mejores equipos a este refugio destinado a personas sin hogar.
  • Calor para el éxito: pretende mejorar los sistemas de calefacción escolar. 

Así, la importancia de vincular a los adolescentes en los procesos de planeación y mejoramiento urbano a escala local, radica en la posibilidad de forjar ciudades más inclusivas, más sostenibles y con una ciudadanía más consciente y activa que participa en procesos intergeneracionales de formulación e implementación de políticas urbanas.

Formar al niño/a y adolescente como ciudadano e involucrarlo en la mejora de su entorno local y urbano, puede contribuir con la regeneración el tejido social y generar políticas públicas participativas para contrarrestar grandes desafíos como el aumento de la contaminación ambiental, la criminalidad juvenil y la segregación social. Además, ante crisis sociales y económicas como las que atravesamos hoy con la pandemia global, se hace más importante contar con jóvenes conscientes de los problemas que atraviesan sus comunidades, que puedan reflexionar y adelantar iniciativas para contribuir con el bienestar urbano y social.

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